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Noelia Jerónimo: “Soy una persona sencilla con el corazón en un plato”
Es una de las mejores cocineras portuguesas, y en Féminas desvela que el secreto de su éxito simplemente radica en el amor.
Comenzó a trabajar con 14 años, y ahora con 53 “sigo siendo una apasionada de la cocina como el primer día. Intento aprender cada día para evolucionar”, aunque mantiene la filosofía inicial de apostar por el producto de cercanía y el recetario tradicional “de un Algarve que nos lo da todo”. A pesar de no tener estrella Michelin, a su restaurante Noélia e Jerónimo, a 25 kilómetros de la frontera española, acuden muchos de los mejores chefs lusos, rendidos a la maestría de esta mujer de carácter potente que abandera como nadie la gastronomía portuguesa mediterránea.
Tanto es así, que ejerce como profesora en la Academia Time Out y es la cara visible del Festival de Gastronomía y Vinos de Portugal, además de ostentar el premio al Mérito en Gastronomía de la Asociación de las Mujeres Emprendedoras de Europa/África. Una auténtica institución que arrancó su carrera como pizzera en el negocio familiar, hasta crear un proyecto de cocina más elaborada, pero que mantiene su filosofía de “ser generosa en la cocina paes dar amor a las personas, y hace que vengan más a casa”. Su propuesta se basa en la tradición, porque es firme defensora de “volver a lo de siempre, a lo que hacían nuestros abuelos”, invitando a los jóvenes a que regresen a los mercados, “donde encontrarán siempre los productos que ofrece su entorno”.
Y en la cocina de Féminas ha elaborado dos exquisitos ejemplos de su “sencilla cocina de mercado con mucho, mucho sabor”. El primero consistía en un jurel, “porque me encanta este pescado del pobre” en tartar con cebollino y cilantro, sopleteado sobre una tortilla de polenta con cebollino. “Un plato con mucho umami”, describía. El segundo de ellos traía hasta Asturias el sabor y aroma de los guisos portugueses, en forma de un estofado de tomate, cebolla, pimiento, ajo, laurel y perejil que emplataba en hondo bajo seis lomos de sardina y mitades de tomatitos, todos previamente marcados en sartén. Y con dos platos de extraordinaria sencillez pero mucho fundamento se despedía al grito de “¡vivan las mujeres!”