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“Somos el coche escoba, la raspa que nadie quiere”

Carla Vidal

 

La gastronomía tiene un marcado lado solidario, y es una valiosa herramienta de inserción social, sobre todo cuando está en manos de profesionales como Chema de Isidro, miembro de la ONG Gastronomía Solidaria y al frente del restaurante-escuela La Cascada de la Raspa, dirigido a “personas ya excluidas”.

El restaurante Casa Adela (Langreo) ha acogido esta tarde la primera sobremesa de Féminas 2023, patrocinada por Reale Seguros –que a través de Reale Foundation apoya iniciativas de inserción social–, y que ha estado dedicada a uno de los muchos valores que ofrece la gastronomía, como es el de la solidaridad. Para abordar el tema, nadie mejor que el cocinero Chema de Isidro, que desde la ONG Gastronomía Solidaria hace desde hace más de 15 años una inestimable labor formando en hostelería y cocina a personas en riesgo de exclusión social, consiguiendo tasas de inserción laboral hasta del 90%.

“Yo era un chico de Vallecas que hasta los 17 años me dedicaba más a hacer el mal que el bien, cuando Iñaki Izaguirre, propietario del mítico restaurante Jaun de Alzate en Madrid, me metió en su cocina, apartándome de la mala vida. Esto me cambió completamente”, recuerda Chema, “así que lo tuve claro; abrí una escuela en el madrileño barrio de Tetuán, y empecé a trabajar sobre todo con chavales de bandas latinas. La sorpresa es que, en la primera promoción el 50% de los alumnos consiguieron trabajo”.

Un éxito que le ha llevado a fundar su propia organización, “ya que sufría porque había chicos que se quedaban fuera de los programas de formación de otras ONG. Por eso nació nuestra raspa, Gastronomía Solidaria, un movimiento de ayuda que utiliza la gastronomía para la inserción de colectivos ya excluidos. Somos el coche escoba, la raspa que nadie quiere”, reconoce el popular cocinero. En cuanto al modelo de financiación, no cogen dinero de instituciones ni piden donaciones, “ya que nuestro lema es aprender trabajando. Creo mucho en la figura del mentor, como lo fue Iñaki para mí”, explica.

Por eso, desde hace apenas un mes el chef se ha trasladado a Trillo (Guadalajara), para asumir la concesión municipal de un establecimiento situado junto a las cascadas del río Cifuentes, al que ha bautizado como la Cascada de la Raspa. Allí se ha llevado a “mis niños, la mayoría ex alumnos que ya llevan años trabajando fuera. Aun que nos queda un montón por aprender, pero creo que tengo la mejor plantilla del mundo”.

Un proyecto también para mujeres en situación de riesgo

Dependiendo de la necesidad social, Gastronomía Solidaria va centrándose concretamente en cada causa. Ahora, en respuesta a las terribles noticias de mujeres maltratadas y asesinadas, están formando grupos de mujeres prostitutas, niñas de bandas latinas y, en general, mujeres maltratadas. “Nuestros cursos son formaciones muy exprés y bastantes personalizadas, de tres o cuatro meses, porque nuestros alumnos tienen urgencia de entrar al mercado laboral. Así que más que enseñarles a cocinar o a servir, les enseñamos valores, como la puntualidad o el trabajo en equipo”, describe Chema.

La sobremesa ha contado, precisamente, con el testimonio de Michelle, una antigua alumna que ahora trabaja en el restaurante de Trillo. “Conocí a Chema con 15 años, durante la etapa más complicada de mi vida. La gente como yo, que llegué muy joven a España y mi madre no pudo estar pendiente de mí, se echa a la calle, y lo único que necesita para salir de ella es que nos den cariño y apoyo sin pedir nada a cambio”, ha reconocido. Ahora, entrena un equipo infantil de vóleibol y ha probado con otras ocupaciones como el maquillaje o los tatuajes, “pero la hostelería me encanta porque me permite hablar con la gente, y con ello aprendes a relativizar las cosas. Si quieres cambiar, siempre va a aparecer alguien que te va a dar la mano. En mi caso fue Chema, y estoy muy agradecida”, ha confesado.

Junto a ellos ha estado también Lola de Isidro, hija de Chema, quien lleva desde los 9 colaborando con él. “Yo, que he tenido la suerte de estudiar en una escuela de hostelería, admiro cómo con ganas y actitud chavales tan problemáticos pueden llegar tan lejos. De hecho, una de las cosas que más me gusta del proyecto es que hay ex alumnos que ahora son formadores de los nuevos. Y todos forman parte de la familia, siento que tengo tropecientos mil hermanos”, ha bromeado, animando a todo el sector a colaborar, “porque como persona te sientes más completo. La cocina es pasión y felicidad, y una forma perfecta de transmitir buen rollo a todo el mundo”.

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